31/05/2025
La relación entre el Trabajo Social y un concepto fundamental para comprender las dinámicas de nuestras sociedades, la denominada “cuestión social”, es un tema ampliamente debatido en la literatura especializada. Sin embargo, a menudo este vínculo se presenta de manera simplificada, perdiendo de vista la profundidad histórica y teórica que lo constituye. Autores como Netto, y las discusiones donde se inserta la perspectiva de Iamamoto, nos invitan a mirar más allá de la superficie y comprender la génesis y naturaleza de esta “cuestión social” en el marco específico del capitalismo.

Para adentrarnos en este complejo entramado, es crucial entender qué se define como “cuestión social”. No se trata de una categoría inmutable o natural, sino, como señala José Pablo Bentura en el texto de referencia citando a Netto, un constructo. Es el resultado histórico de procesos de desnaturalización y desacralización de la vida social y natural, que permitieron pensar a la sociedad como algo distinto de la naturaleza. Este largo camino, marcado por la secularización y la creciente utilización de la razón (analizado desde diversas ópticas por Weber, Marx y Durkheim), culminó en la emergencia del individuo y de lo social como esferas pasibles de ser estudiadas e intervenidas.
Pero la cuestión social, tal como la conocemos y vinculamos al Trabajo Social, no es cualquier manifestación de pobreza o conflicto social a lo largo de la historia. La pobreza del campesino feudal, por ejemplo, no era pensada como cuestión social porque estaba naturalizada, vista como parte inmutable del orden. La cuestión social emerge con la disolución del orden feudal y, fundamentalmente, con el advenimiento y consolidación del orden burgués y el capitalismo monopolista. Es en este contexto donde los problemas derivados de las nuevas relaciones de producción y de la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado adquieren una nueva dimensión y visibilidad.
Netto (2003, p. 154), citado en el texto, define la cuestión social como: “el conjunto de problemas económicos, sociales, políticos, culturales e ideológicos que delimitan la emergencia de la clase obrera como sujeto socio-político en el marco de la sociedad burguesa”. Es la expresión de la contradicción fundamental entre el capital y el trabajo, donde la tendencia es que el trabajo sea cada vez más social (realizado colectivamente) y la apropiación de su producto (la plusvalía) sea cada vez más privada (por parte del capitalista).
Esta contradicción genera un sinfín de manifestaciones: pauperismo, condiciones laborales precarias, desigualdades extremas, problemas de vivienda, salud, educación, etc. Sin embargo, estas manifestaciones solo alcanzan el estatus de “cuestión social” en la medida en que consiguen impactar en el Estado y son reconocidas como problemas que requieren intervención. Aquí radica uno de los dinamismos clave: la cuestión social implica tanto una *interpretación* (ideológica) de los problemas sociales como un *proyecto de intervención* sobre ellos.
El pensamiento liberal original de la burguesía, siendo revolucionario, no concebía una cuestión social en el sentido de un problema a *reformar* dentro del sistema; su proyecto era destruir el viejo orden. La cuestión social emerge cuando la burguesía se consolida en el poder y necesita administrar las contradicciones generadas por su propio sistema. Aparece entonces la necesidad de un pensamiento (como el conservador o el incipiente socialista) que problematice los efectos del capitalismo, y un proyecto (como las primeras formas de política social) que busque mitigar o contener estos efectos sin alterar la estructura fundamental del orden.
La configuración de la cuestión social está íntimamente ligada al pasaje del capitalismo competitivo al monopolista. En el capitalismo competitivo, basado predominantemente en la plusvalía absoluta (extendiendo la jornada laboral o reduciendo salarios), cualquier conquista obrera significaba una pérdida directa para el capital. El monopolismo, al incorporar masivamente la plusvalía relativa (aumentando la productividad por tecnología y organización), permite una reducción del valor de la fuerza de trabajo y, al mismo tiempo, exige un mercado de consumo ampliado. Esto posibilita un tipo de lucha de clases diferente: ya no solo la “guerra civil” abierta, sino la lucha por concesiones. El Estado se expande, permitiendo el desarrollo del sindicalismo de negociación y la emergencia de la “sociedad salarial”, donde el proletariado logra ciertas conquistas y acceso a la “ciudadanía” (Marshall), aunque dentro de los límites del orden burgués.
Es en este marco, el del capitalismo monopolista, donde el Trabajo Social encuentra su génesis y su razón de ser histórica. No se relaciona con la pobreza en general, sino con las manifestaciones específicas de la cuestión social generada por las contradicciones del capital. El Trabajo Social surge como una profesión encargada de intervenir sobre las expresiones concretas de la cuestión social, que son transformadas en “problemas sociales” a ser abordados por la política social.
La perspectiva de Iamamoto, junto con Carvalho (1991), es crucial para entender el carácter contradictorio de la política social y, por ende, de la intervención profesional en este campo. Las políticas sociales son, por un lado, conquistas históricas de la clase trabajadora, resultado de sus luchas y demandas. Son mecanismos que permiten mitigar los efectos más perversos del capital, asegurar (en cierta medida) la reproducción de la fuerza de trabajo y ampliar derechos sociales (como salud, educación, seguridad social). Sin embargo, por otro lado, estas políticas también cumplen una función de control social y de reproducción de la ideología dominante. Son diseñadas e implementadas por el Estado capitalista, que actúa en última instancia para garantizar las condiciones de acumulación del capital. Así, la política social contiene un “contenido conservador intrínseco”, ya que busca preservar el orden existente, aunque para lograrlo deba hacer concesiones.
El Trabajo Social, al operar en la esfera de la política social, se sitúa en medio de esta contradicción. Su intervención se da sobre las manifestaciones de la cuestión social (la pobreza, la desigualdad, la exclusión, la violencia, etc.), gestionando los recursos y servicios provistos por el Estado (fruto de las políticas sociales). El desafío profesional, desde una perspectiva crítica, radica en comprender esta contradicción, identificar las potencialidades emancipadoras de las políticas sociales (como derechos conquistados) y, al mismo tiempo, reconocer y confrontar sus límites y funciones de control. El texto no ofrece una definición explícita de lo que es el Trabajo Social *para Iamamoto*, pero sí nos sitúa en su perspectiva sobre el contexto histórico, económico y político en el que esta profesión se desarrolla y las contradicciones que la atraviesan al lidiar con la cuestión social a través de la política social.

La cuestión social, en definitiva, no es un fenómeno estático. Es un “caleidoscopio de colores” (Netto, 1992) que se reconfigura constantemente según las particularidades de la acumulación capitalista, las formas de regulación social y la correlación de fuerzas en la lucha de clases en cada momento histórico y contexto nacional. Comprender la cuestión social como producto de la contradicción capital-trabajo y como el espacio donde se dirime la capacidad de los movimientos sociales para “politizar el mercado” (es decir, forzar al Estado a intervenir en la economía en beneficio de la población trabajadora) es esencial para un Trabajo Social que busque ir más allá de la mera gestión de la miseria y contribuir a procesos de transformación social.
La relación del Trabajo Social con las Ciencias Sociales es fundamental e inherente a su propia naturaleza. Como disciplina que interviene sobre las manifestaciones de la cuestión social, el Trabajo Social necesita de las herramientas teóricas y metodológicas que le proporcionan disciplinas como la Sociología (para analizar la estructura social, las clases, las instituciones), la Economía Política (para comprender las dinámicas del capital, la producción de valor, la distribución de la riqueza), la Ciencia Política (para entender el rol del Estado, las políticas públicas, la lucha por el poder), la Historia (para contextualizar los procesos sociales y la emergencia de la cuestión social) y la Filosofía (para reflexionar sobre los fundamentos éticos y políticos de la intervención). El concepto mismo de cuestión social es un punto de encuentro y debate entre estas disciplinas, y el Trabajo Social se nutre de ellas para su análisis de la realidad y para fundamentar su propuesta de intervención profesional.
A continuación, una tabla que resume algunos puntos clave sobre la evolución del tratamiento de los problemas sociales:
| Periodo Histórico | Naturaleza de los Problemas Sociales | Visión Dominante | Relación con el Estado/Intervención |
|---|---|---|---|
| Sociedad Feudal | Pobreza, miseria, dependencia | Naturalizada, parte del orden divino/natural | Asistencia caritativa (Iglesia, señores), sistemas tutelares |
| Capitalismo Competitivo (Emergencia) | Pauperismo, condiciones laborales extremas, desarraigo | Consecuencia individual (vicio, pereza) o desorden a reprimir | Represión (leyes de pobres), filantropía burguesa incipiente |
| Capitalismo Monopolista | Manifestaciones de la Cuestión Social (desempleo, desigualdad estructural, problemas de salud/educación masivos) | Problematizada como “cuestión social” (aunque ocultando su raíz) | Emergencia de la Política Social, Estado de Bienestar (conquistas y control), base para el Trabajo Social institucionalizado |
El Trabajo Social, al intervenir en las expresiones concretas de la cuestión social, se enfrenta a la tarea de mediar entre las demandas de la población trabajadora y las respuestas (limitadas y contradictorias) del Estado capitalista. Comprender la cuestión social en su raíz histórica y en sus dinámicas actuales es, por lo tanto, un requisito indispensable para un ejercicio profesional éticamente comprometido y políticamente consciente.
Preguntas Frecuentes sobre la Cuestión Social y el Trabajo Social
¿Es la pobreza lo mismo que la cuestión social?
No. La pobreza ha existido en diversas sociedades, pero la cuestión social es un concepto específico que emerge con el capitalismo. Se refiere al conjunto de problemas generados por la contradicción capital-trabajo y la emergencia de la clase obrera como sujeto político dentro de la sociedad burguesa. La pobreza es una de las manifestaciones más visibles de la cuestión social, pero no agota el concepto.
¿Cuál es el rol del Estado frente a la cuestión social?
El Estado, en el capitalismo, interviene sobre las manifestaciones de la cuestión social principalmente a través de la política social. Esta intervención es contradictoria: por un lado, responde a las demandas y luchas de la clase trabajadora (conquistas); por otro, busca contener el conflicto social y garantizar las condiciones para la acumulación del capital (control).
¿Cómo se relaciona el Trabajo Social con la cuestión social?
El Trabajo Social emerge históricamente como una profesión encargada de intervenir sobre las manifestaciones concretas de la cuestión social, que son transformadas en problemas sociales a ser gestionados por la política social. Su campo de acción está intrínsecamente ligado a las respuestas que el Estado y la sociedad dan a las contradicciones del capitalismo.
¿Qué significa que la política social tiene un “contenido conservador intrínseco”?
Significa que, aunque las políticas sociales pueden ser resultado de las luchas obreras y representar conquistas importantes para mejorar las condiciones de vida, también están diseñadas dentro de la lógica del Estado capitalista. Buscan preservar el orden social existente, mitigando los efectos más disruptivos del capital para evitar una crisis sistémica, en lugar de transformar radicalmente las causas de la desigualdad.
¿Por qué es importante el concepto de lucha de clases para entender la cuestión social?
La lucha de clases (principalmente entre capitalistas y trabajadores en el capitalismo) es el motor que genera la cuestión social. Las condiciones de vida de la clase trabajadora, sus demandas y su capacidad de organización y movilización son las que fuerzan al Estado a reconocer y, de alguna manera, intervenir sobre los problemas derivados de la explotación y la desigualdad inherentes al sistema capitalista.
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